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Atacar el terrorismo allá donde empieza

Matías Alonso Blasco. Coordinador del Grupo por la Recuperación de la Memoria Histórica

Madrid, 11 de marzo de 2016. Esta fecha del 11 de marzo coincide con un día negro para España, justo cuando Al Qaeda sembró de bombas los trenes de Madrid causando 191 muertes y 1800 heridos entre la gente sencilla que a esas horas se dirigía a trabajar.

Europa condena así grandes acciones terroristas con decenas o centenares de víctimas inocentes y efectos mediáticos inmediatos que llenan de dolor las sociedades a las que sacuden. Estas efemérides son necesarias para que las personas que sufrieron la barbarie no se sientan solas; una necesidad psicológica tanto para la víctima como para la sociedad donde vive. Son pues días en que todos pueden sentir la solidaridad de los pueblos europeos, hayan pasado o no por la terrible experiencia.

Las Instituciones europeas, los Gobiernos nacionales, suelen proclamar grandes discursos de comprensión y solidaridad que a menudo quedan en eso y poco más, como sucede en mi país, España, donde hemos sufrido los embates de todo tipo de terrorismo durante décadas. Hay quien habla de “bandos” y de distintos terrorismos, pero aquí hemos aprendido que sólo hay un bando.

Los terrorismos surgen sobre sentimientos comunes e iguales, se basen en las creencias que se basen: el odio, la intolerancia y el fanatismo; ellos hacen igual a todo terrorismo por encima de colores, uniformes o formas de vestir con los que se practican; es por eso que para combatir esa lacra violenta se debe articular una política común contra el odio, la intolerancia y el fanatismo.

En España sabemos mucho de eso; desde esos sentimientos se divide a las propias víctimas llegando a su manipulación política y al enfrentamiento entre ellas. Durante muchos años desde el poder sólo se reparó y apoyó en todos los aspectos a familiares de determinadas víctimas de ETA mientras se discriminaba a los familiares precisamente de las 191 víctimas y 1800 heridos de aquel negro 11 de marzo de 2004 que dio lugar a esta conmemoración a nivel europeo.

Pero unos y otros olvidaron a un inmenso colectivo que sigue invisible a todos los niveles, como es el de centenares de miles de ancianos, hijos o hermanos de víctimas de otro terrorismo que desde el Estado franquista se practicó contra su propia población, basado igualmente en el odio, la intolerancia y el fanatismo lo  que lo iguala con el de ISIS, ETA, Al Qaeda, etc. Llevamos años reivindicando la igualdad entre los que fueron víctimas del mismo bando, el del odio. España sigue siendo el segundo país en el mundo occidental en desapariciones forzadas aún sin resolver; es un triste récord, pero el problema más urgente es ese enorme colectivo de familiares que va desapareciendo sin que las Instituciones españolas ni las europeas articulen una política de reparación y de Justicia que sí aplican a las víctimas de otros terrorismos y otros odios. Son 150.000 españoles los que, gracias al juez Garzón, sabemos que continúan esperando esa mano amiga por cunetas y barrancos de toda nuestra geografía.

Pedimos durante la pasada legislatura que la misma Unión Europea que el 11 de marzo dedica este día a sus víctimas del terrorismo, tenga en cuenta también a las víctimas del odio el día del asesinato de los jóvenes noruegos en Utoya, otra fecha negra en el calendario, en la que inmediatamente se despertaron los lazos solidarios desde una España sacudida por ese mismo odio desde organizaciones terroristas o desde el poder en el pasado. Todavía no sabemos si el Parlamento Europeo asumirá tal iniciativa, pero saludamos que por lo menos el 11 de marzo haya un hueco en el recuerdo para todos ellos.

Pedimos a los Gobiernos, especialmente al español que tantas asignaturas pendientes tiene con las víctimas de nuestros terrorismos, que tengan en cuenta que no es sólo cuestión de huecos discursos… el terrorismo empieza mucho antes de que alguien arroje la bomba; empieza cuando se deja arraigar el odio y la intolerancia, los fanatismos de todo tipo que muchas veces surgen en las escuelas. Igualdad para las víctimas, reparación y una política común contra las bases del terrorismo; esa es la mejor forma de honrarlos a todos en el día a día.