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El asesinato de los patriotas

Práxedes Saavedra Rionda. Director del Departamento de Proyectos FIBGAR.

Madrid, 5 de diciembre de 2016. “Me dijo tres frases: Mi amor, no siento las piernas. Esos “HPs” me mataron. Me voy a morir, abrázame y protégeme”. Son las palabras de Mariela Barragán en el documental “El Baile Rojo” recordando los últimos sonidos emitidos por su marido, Bernardo Jaramillo Ossa. Es marzo de 1990.

De regreso a su casa, a las 4 de la tarde, dos encapuchados vacían sus cargadores en el cuerpo de un campesino y líder comunitario. 12 balas y un cuerpo sin vida dejan atrás a una viuda, dos menores y la comunidad del corregimiento de Altamira. Rodrigo Cabrera es asesinado. Es noviembre de 2016.

Acuerdo sobre garantías de seguridad y lucha contra las organizaciones y conductas criminales responsables de homicidios y masacres, que atentan contra defensores/as de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos o que amenacen o atenten contra las personas que participen en la implementación de los acuerdos y la construcción de paz, incluyendo las organizaciones criminales que hayan sido denominadas como sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo”. Es el nuevo acuerdo de paz con las FARC-EP, página 78.

Hablar de la búsqueda de construcción de paz en Colombia, de postconflicto, es hablar de Colombia. Poco hay que escape de un modo u otro de la situación de violencia más larga en la historia de Latinoamérica. El citado párrafo de los acuerdos muestra uno de los objetivos vitales de la Colombia del futuro: que ser líder social o defensor de Derechos Humanos no sea una actividad mortal. Bernardo Jaramillo Ossa era candidato a presidente en los noventa por el partido Unión Patriótica - UP. Quienes formaban parte del mismo, sabían a lo que se arriesgaban. UP nace en 1985 en sede del proceso de paz entre el presidente Betancur y las FARC, aglutinando distintos movimientos sociales de izquierda y suponiendo la posibilidad de desmovilización e integración en la vida política. En 1986, salen elegidos de entre sus filas 9 congresistas, 12 diputados, 14 alcaldes y 350 concejales. Los que no fueron asesinados, escaparon. Entre los 1980 y 2000, tuvo una persecución sistemática dirigida a eliminar al grupo político Unión Patriótica por parte de los movimientos paramilitares con la connivencia de algunos miembros del Estado, principalmente su ejército (a finales de noviembre de este año, el exdirector del servicio de inteligencia colombiano – DAS – Maza Márquez fue condenado por su participación de otro candidato a presidente en 1989: Luis Carlos Galán).

Marcha Patriótica, de la que formaba parte Rodrigo Cabrera, es un movimiento político de izquierdas que nace formalmente en 2012, si bien su germen se encuentra en 2010. Desde su nacimiento y tras la caída de Cabrera, la cifra de asesinados era 124. Son 70 los líderes sociales asesinados en Colombia en 2016 a fecha de 20 de noviembre. Más de 200, el número de amenazas. Amenazas por, por ejemplo, promover la igualdad de género: “[...] ya nos tiene mamados con su h… lenguaje inclullente (sic) y enfoque de jénero (sic) tratando de meterlo en todo lado […] la vamos a bajar y depaso (sic) llévese las dos lesbianas con las que anda vieja malparida”.

En Colombia, las amenazas se cumplen. No vamos a ocultar la felicidad que produce el acuerdo con las FARC-EP y la actual negociación con el ELN en Quito. Ni obviar que pueden suponer pasos sustanciales hacia el fin de una violencia que se encuentra ya en la tercera edad. Pero dichos pasos llevan a un camino largo, complejo y que requerirá de todos: colombianas y colombianos con todo el apoyo posible que le podamos brindar desde el ámbito internacional. Y uno de los puntos clave es que la Colombia que se viene sea un espacio para ejercer la diferencia política y perseguir los ideales en paz, sin temer a una muerte que llega segura más pronto que tarde. Un país en el que verdaderos patriotas, defensores de Derechos Humanos y líderes sociales de uno u otro color, trabajen sin miedo por sus compatriotas, por su Colombia, por la paz.