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Conocer el genocidio para poder prevenirlo

Manuel Miguel Vergara. Director del Departamento Legal. FIBGAR

Madrid, 9 de mayo de 2016. La Universidad Mohammed V de Rabat, en Marruecos, ha acogido una conferencia de dos días sobre justicia penal internacional. Bajo el título El Genocidio: hacia una Comprensión de sus Procesos y Medios para su Prevención, las jornadas ocuparon los días 5 y 6 de mayo de 2006. El Presidente de FIBGAR, Baltasar Garzón, participó en calidad de experto junto con otros ponentes entre los que caben destacar la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda; el presidente de la Red de Investigación sobre Justicia Penal Internacional, Mohammed Ayatt; o Emilio Viano, presidente de la Sociedad Internacional de Criminología, entre otros.

Este foro internacional buscaba analizar el concepto del crimen de genocidio, su proceso de preparación y su repercusión, no sólo desde el punto de vista del posterior castigo, sino especialmente desde la perspectiva de la prevención: cómo identificar las fases que preceden a la comisión de crímenes de masas y qué hace frente a ellas.

La apertura del evento contó con las palabras del ministro de Educación de Marruecos, Khalid Berjaoui, además de las de la vicepresidenta de la Universidad, el decano de la Facultad de Derecho y Economía así como de la fiscal de la Corte Penal Internacional. La ponencia de ésta última despertó gran expectación entre el público formado principalmente por estudiantes y profesores. En ella, Fatou Bensouda, recordó cómo el caso Lubanga (el primer juicio que acogió la Corte) tuvo un impacto en la reducción de reclutamiento de niños soldados en el conflicto de República Democrática del Congo. También recordó que el efecto disuasorio y de prevención de delitos internacionales sólo será tangible si existe una colaboración consistente por parte de los Estados parte del Estatuto de Roma. Recordó que la Corte Penal Internacional no es la panacea y que en realidad se trata de un instrumento complementario a los Estados, los cuales tienen la primera responsabilidad de luchar contra la impunidad. Terminó su intervención señalando que la acción del ISIS revela la necesidad de un compromiso más amplio con la Corte pues, en sus propias palabras, la prevención y la justicia están intrínsecamente vinculadas.

El profesor belga Stephen Parmentier tomó también la palabra para hablar de la importancia de aprovechar la diversidad de instrumentos de justicia, verdad y reconciliación para alcanzar una respuesta integral ante las graves vulneraciones de derechos humanos. Así, repasó todas las fases que preceden y siguen a un genocidio: desde la segregación de un grupo y su deshumanización, pasando por la comisión del propio genocidio y concluyendo en la negación sistemática del mismo. También compartió su experiencia Adriana Arce, directora ejecutiva del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos de la UNESCO, en Argentina. A lo largo de su turno de palabra hizo un repaso a los grandes casos de genocidio padecidos en el continente americano y especialmente en Argentina. Completó la mesa el profesor Enzo de Fevre Cervini, del Centro de Budapest para la Prevención del Genocidio y las Atrocidades de Masas que desde su organización lucha por el fortalecimiento institucional y capacitación de expertos para reconocer los elementos que pueden conducir a un genocidio y evitar que ocurran.

El panel de la segunda jornada estuvo integrado por el presidente de la Fundación Internacional Baltasar Garzón (FIBGAR) y el portavoz de la Corte Penal Internacional, Fadi El Abdallah. La ponencia de Baltasar Garzón se titulaba El Concepto de Jurisdicción Universal y su Impacto para Prevenir las Atrocidades en Masa. A lo largo de su intervención tuvo la oportunidad de hacer una didáctica presentación de los distintos principios e instrumentos jurisdiccionales disponibles en la lucha contra la impunidad: los principios clásicos de jurisdicción (territorial, personalidad pasiva y activa), la Corte Penal Internacional como tribunal de carácter permanente; los tribunales ad hoc constituidos para juzgar crímenes concretos a posteriori, como los de Ruanda, al antigua Yugoslavia, Sierra Leona, Líbano, Timor Oriental o Camboya, y finalmente la jurisdicción universal. Explicando que la jurisdicción universal permite a cualquier tribunal del mundo a investigar, y en su caso, juzgar crímenes internacionales con los que no exista ningún vínculo directo, Baltasar Garzón habló brevemente de los casos de Pinochet y Hissène Habré como ejemplos emblemáticos.  Puntualizó sin embargo, que los triunfos de la jurisdicción universal no pueden ser contabilizados en virtud del número de condenas sino de toda una serie de impactos positivos como la investigación de los delitos, el empoderamiento y reparación de las víctimas y la posibilidad de socavar la atmósfera de impunidad que gobierne en el Estado donde se cometieron los delitos. Terminó no sin antes recordar que el pasado de ningún país está limpio al cien por cien. Mencionó así la vergüenza que supone para España no haber dado aún respuesta a las víctimas de los crímenes del franquismo, de igual modo que Marruecos debe revisar su comportamiento en casos como el del Sáhara Occidental o del campo de refugiados de la provincia de Tinduf. La jurisdicción universal es el último de los resortes cuando reina la impunidad, pero si el Estado en que se cometieron no da respuesta a las víctimas, algún otro Estado debe hacerlo.